A favor de los 110 km/h


28 de febrero de 2011


Un artículo de Ignacio Escolar publicado en www.escolar.net

Ignacio Escolar
Sé que es un tema impopular. Para mucha gente, la velocidad es una droga más sagrada que cualquier religión, el coche es un apéndice sexual que nadie puede atreverse a recortar y adelantar a todo gas es una metáfora del éxito social. Pero creo que el Gobierno ha hecho lo que tenía que hacer, a pesar de las críticas y del coste electoral. Reducir la velocidad máxima es de las pocas medidas eficaces para rebajar de forma inmediata la factura del petróleo, cada vez más desbocada. Es muy poco tiempo lo que se pierde en cada viaje, pero supone muchísimo dinero: según los cálculos del Gobierno, alrededor de 1.400 millones de euros al año; es un pastón, aunque se quede en la mitad. No es un problema de ahorro familiar sino de economía nacional y se resume en dos palabras: déficit comercial. Es la diferencia entre lo que importamos y lo que exportamos. El año pasado, alcanzó los 52.283 millones, el 4,9% del PIB. De esa factura, dos tercios son energía. Además de menos muertos y menos polución, bajar la velocidad implica cambiar petróleo por tiempo de desplazamiento; sale rentable porque en España tenemos tiempo, pero petróleo no.

Es verdad que el barril de crudo estuvo más caro hace dos años, pero entonces el euro estaba también más fuerte frente al dólar. Hoy ya no es así, y las subidas en los carburantes no parece que vayan a parar. Se puede criticar al Gobierno por no tomar más medidas o por no haber empezado antes, pero no porque al fin se decida a actuar. Reducir la velocidad en las carreteras para gastar menos no es una ocurrencia: ya se probó con éxito en varios países (como España) durante la primera crisis del petróleo, en los 70. Lo inventó Richard Nixon, que rebajó la velocidad máxima a 90 km/h en EEUU: ese país “soviético”, según las críticas populistas del PP.

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