Publicado en www.elpais.com
El pasado 29 de septiembre UGT y CC OO convocaron la primera huelga general contra Zapatero. Ignacio Fernández Toxo encabezó la protesta como líder de CC OO.
Apenas había pasado un mes de la última huelga general, cuando Zapatero cambió su Gobierno de arriba abajo. Sobre su seguimiento -y de su éxito o fracaso, más bien de esto último- se habló muchísimo en los días posteriores al 29 de septiembre. El análisis más benévolo, si se puede decir así, hablaba de seguimiento desigual. La imagen vacía de los polígonos industriales contrastaba con la de las arterias comerciales en ebullición. Ya pasó siete años antes, con José María Aznar en La Moncloa. Y, como entonces, unas semanas después del paro los titulares de muchos Ministerios cambiaron de cartera. "Una huelga es un momento duro. La constatación de un fracaso [con referencia al naufragio de las negociaciones para pactar la reforma laboral]", lamenta Ignacio Fernández Toxo, secretario general de Comisiones Obreras.
"Hubo quien la quiso vender como un gran fracaso. No lo comparto. El Gobierno acusó el golpe y no se puso de perfil. Pero eso [la sensación de fracaso] es lo que quedó en gran parte de la ciudadanía", admite Toxo con un poso de queja y de acusación hacia algunos medios de comunicación, académicos y posiciones políticas "a los que les sobra el hecho sindical, buscan una organización social distinta". Sin embargo, el líder de CC OO argumenta que gran parte de lo que ha sucedido durante el curso político pasado se debe a aquella movilización. Y pone un ejemplo: "La reforma de la Seguridad Social [en referencia a la reforma de las pensiones] es hija de la huelga general".
Toxo sabe que el "hecho sindical" tiene que cambiar. Necesita adaptarse a los cambios socioeconómicos. Atraer a la legión de parados que ha traído la crisis, en primer lugar a los jóvenes. Lo ha escrito hace poco en la Gaceta Sindical, una publicación de CC OO. Y sabe que el cambio tendría que empezar por el lenguaje sindical que usan en las centrales. "No lo utilizan ni mis hijos, que están por debajo de los 30 años", admite tranquilo y serio, ahora, sin dejar de lado la ironía cuando encuentra la oportunidad. Pero es optimista sobre el futuro. Recuerda que unas horas antes de comenzar la huelga general, cuando los sindicalistas madrileños se reunieron en la sede de la calle de Lope de Vega para organizar los piquetes, había mucha gente joven.
Y mira con esperanza a una parte del 15-M, "que son muchas cosas. No es lo mismo lo de la plaza de Cataluña que lo de Sol. Si se desciende a lo micro, hay mucha gente de Comisiones, actuando individualmente, como ciudadanos, no como sindicalistas, ni como afiliados", afirma. "Tenemos necesidad de confluir con ese sector del 15-M que busca la regeneración democrática y el compromiso político. Hay un punto de encuentro".
El horizonte con el que afronta este verano es muy distinto del de hace un año. No hay una huelga general por delante. Puede tomarse algún día más de vacaciones y no mantener una frenética agenda de visitas a fábricas y centros de trabajo para estimular la movilización. Este año puede dejar por unos días los informes y estudios que tiene que leer durante el invierno y sentarse tranquilamente en su ciudad, en Ferrol, a disfrutar de algún libro de su paisano, Manuel Rivas. Y se recrea: "Me encanta como escribe. Retrata muy bien la sociedad rural gallega".
Le hará falta. A la vuelta le espera más crisis y más paro para acabar "el peor año de la crisis". "La bolsa de parados no se ha vaciado. Corremos un serio riesgo de pasar los cinco millones de desempleados. Hemos llegado hasta donde no se podía llegar. Cada vez tengo menos dudas de que atravesaremos esta barrera", responde Fernández Toxo en un restaurante cercano a la sede central de CC OO al que acude con asiduidad.
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Imagen: Bernardo Pérez