Leo estos días que uno de los siguientes recortes se va a producir en los salarios de los trabajadores públicos de baja por enfermedad. Se argumenta que hay que acabar con su elevado absentismo laboral, del que, sin embargo, no se dan cifras. Puestos a jugar con tópicos demagógicos, podría contestar que el absentismo de los funcionarios seguramente sea bastante menor que el de los diputados y senadores si nos atenemos a las imágenes que nos ofrece la prensa, pero prefiero manejar datos.
Trabajo para la Administración, en un Departamento con más de 600 empleados públicos. Quizá no sea suficientemente representativo, pero no se trata precisamente de una muestra pequeña. El acceso al centro de trabajo está controlado por torniquetes que evitan picarescas del estilo de que un trabajador fiche por sus compañeros. Los fichajes registrados se procesan sistemáticamente mediante un sistema informático.
En los dos últimos años los datos de este Departamento son los siguientes: Cumplimiento superior al 104% sobre el horario establecido (este 4% de horas adicionales se han hecho 'gratis'); horas de ausencia por baja laboral: 3,88%; horas de ausencia por consultas médicas: 2,17%. Cada cual puede sacar sus conclusiones. Si en un centro en el que se controla adecuadamente la presencia de los trabajadores el absentismo es bastante limitado, ¿no sería razonable aplicar un control similar en el resto de la Administración? ¿Tenemos cifras fiables de cuál es el absentismo?
Seguramente resulte más fácil renunciar a ejercer ese control, trabajar sin datos, culpabilizar a todo el colectivo y hacer pagar a justos por pecadores. La opinión pública aplaudirá y los empleados públicos aportaremos otro granito de arena en la reducción del déficit.— Luis Santos Hernández.
Publicado el 09/05/2012 en la sección Cartas al director de El País
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