La inquisición liberal contra los sindicatos


28 de marzo de 2012



Este jueves 29 de marzo hay convocada una huelga general por UGT y CCOO en protesta contra la reforma laboral más dura de la democracia y la escalada de recortes sin precedentes del Gobierno del PP. La derecha no tardó un segundo en arremeter contra los sindicatos mayoritarios el mismo día del anuncio de la convocatoria (además de #29MHUELGAGENERAL, #29NoaLaHuelgaGeneraltambién fue trending topic en twitter) recurriendo a mentiras habituales en los medios conservadores que aquí trataré de desmontar.

1. UGT y CCOO, ¿cuatro gatos?


“Dos sindicatos que no representan más que un pequeño grupo de privilegiados”, tuiteaba con motivo del anuncio Alfredo Urdaci, el otrora presentador del telediario de la TVE de Aznar, en referencia a UGT y “Ce Ce O O” (así se refería él a Comisiones Obreras en los informativos). Lo cierto es que las organizaciones que lideran Méndez y Toxo representan a muchos más trabajadores de los que Urdaci y Cía. quieren hacernos creer. En cifras, UGT y CCOO cuentan con más de 2.400.000 afiliados, el triple que los del Partido Popular, que rondan los 800.000, y en las últimas elecciones sindicales las candidaturas de estos dos sindicatos obtuvieron 12 millones de votos, más de los 10.800.000 que dieron la victoria al PP el 20N.

2. Los sindicatos, ¿al servicio del PSOE?


Que los sindicatos callan con el PSOE y sólo protestan contra el PP es otra de las mentiras más repetidas por la derecha en su afán por desprestigiar a UGT y CCOO. Se busca presentarlos como instrumentos políticos al servicio de un partido cuando la historia más reciente lo desmiente tajantemente. Hasta el día de hoy, CCOO y UGT han convocado 4 huelgas generales contra gobiernos socialistas (la última, el 29 de septiembre de 2010 en protesta por la reforma laboral de Zapatero) y sólo 1 contra un gobierno del PP. Las acusaciones de servilismo político caen por su propio peso.

3. Sindicalistas, ¿a todo tren?


De todas las armas de la derecha contra los sindicatos, la del lujo es la más disparatada. Es el caso de La Gaceta, que en septiembre de 2010 llenaba su portada con información (de interés nulo) sobre las vacaciones de verano de Toxo, secretario general de CCOO. El líder sindical había pasado una semana en un crucero con su mujer, razón suficiente para Dávila (el director del panfleto) para dedicarle también el editorial, donde arremetía contra Toxo por el simple hecho de que su sueldo se paga con fondos públicos (que es una verdad a medias, pues los sindicatos se financian además a través de las cuotas de sus afiliados). Por esta regla de tres, tampoco los 2.680.000 trabajadores al servicio del Estado (casi la mitad personal de sanidad y educación) tendrían derecho a irse de crucero. Ni los políticos que los gobiernan. Ni aun los del PP. Es más, ni siquiera el propio Dávila cuando trabajaba para la televisión pública. Puro surrealismo. Méndez también ha recibido su parte. Desde restaurantes de lujo hasta relojes de marca (por cierto, ambas acusacionesdesmentidas por el propio Méndez) han servido de pretexto a esta clase de medios de (des)información para desprestigiar al dirigente de UGT. Los hay incluso que en su ejercicio de demencia periodística han llegado a extrapolar la crítica a los sindicalistas de base,hasta el punto de ocupar una portada con la imagen de tres manifestantes bebiendo cerveza, se entiende que a modo de crítica (se desconoce el fundamento de la misma), como hiciera La Razón en febrero. En cualquier caso, y aunque fuese cierto que en algún momento determinado sindicalista disfruta de tal o cual propiedad o servicio, la mentira a destapar es otra: el supuesto lujo, si se ha adquirido con honradez, no desacredita la labor ni el puesto de nadie, bien sea de izquierdas o de derechas, trabajador o empresario.

4. Los liberados sindicales, ¿vagos a nuestra costa?


Los liberados sindicales conforman otra de las dianas habituales de los ataques de la derecha, con Aguirre a la cabeza de esta particular batalla. Tampoco en este caso argumenta sus críticas. Se limita a señalar el gasto (por cierto, privado, que no público) que suponen (pese a lo reducido del colectivo, que no alcanza los 5.000 trabajadores en todo el país), sin entrar a valorar si está o no justificado. Para hacerlo, conviene entender qué son los liberados sindicales. Se trata de representantes elegidos por los trabajadores a los que otros delegados ceden sus horas sindicales (horas dedicadas a resolver los problemas de los trabajadores en su empresa, los posibles conflictos que surjan y a negociar los convenios con la compañía) de forma que entre todas las horas cedidas se cubre su horario laboral, quedando así exentos de realizar las funciones de su puesto de trabajo para dedicar su jornada laboral al completo a las mencionadas gestiones sindicales. Su sueldo lo pagan las empresas privadas. No así el de los empleados de la patronal. Las empresas privadas tienen a 35.000 personas (8 veces más que liberados sindicales) que se dedican a jornada completa a defender sus intereses a través de la estructura de la CEOE y cuya retribución proviene en buena parte de subvenciones públicas. ¿Qué hay de condenable en el ejercicio del derecho de representación sindical y por qué se pone éste en cuestión y no se plantea la financiación de los empleados de la patronal?

5. Manifestarse, ¿una falta de respeto?


La del 29-M no es la única protesta que han tratado de torpedear desde el PP. Antes de la convocatoria de huelga, ya criticaron que los trabajadores se manifestasen el 11 de marzo contra la reforma laboral, aduciendo que era una “falta de sensibilidad”. Sin embargo, no les preocupó, como señala Ignacio Escolar, que el mismo día hubiera liga de fútbol, corridas de toros, conciertos, cine y teatro. Al contrario que la derecha, la asociación mayoritaria de víctimas del 11M, previamente consultada por los sindicatos, “no vio incompatibilidad en rendir homenaje a las víctimas y celebrar la manifestación el mismo día”. Su presidenta recordaba: “eran trabajadores los que iban en los vagones” el 11 de marzo de 2004. Los sindicatos explicaron razonadamente el por qué de la elección de esta fecha (el domingo 18 era festivo y el 25 coincidía con las elecciones en Asturias y Andalucía), pero de nada valieron los argumentos porque no era la fecha sino la protesta lo que molestaba a los conservadores hasta el punto de utilizar a las víctimas para arremeter una vez más contra las organizaciones sindicales. Por cierto, aunque para Gallardón el 11M “no es día para hacer cosa distinta que no sea recordar a las víctimas”, el PP no tuvo ningún problema en celebrar un mitin electoral en el 8º aniversario del atentado islamista.

6. Una huelga general, ¿a fin de qué?


El último recurso de los conservadores contra el movimiento sindical consiste en apelar a la inutilidad de la protesta, argumentando que la huelga “no es la solución”, que no cambiará nada, que “España no está para huelgas“. No sólo se esmeran en minimizar su impacto, sino que el ahora Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, planteó incluso la erradicación de las huelgas generales, en la línea de la patronal, que pide restringir el ejercicio de este derecho constitucional, pretensiones que sólo cobran sentido si damos por falso el argumento que dice que las huelgas no solucionan nada. De hecho, una vez más, la historia desmiente esto último. Los trabajadores se han servido de las huelgas como una de las herramientas más útiles para luchar con éxito por los derechos y libertades que disfrutamos hoy (este vídeo lo explica). Aun consciente de que miente, hay para quien cualquier excusa es buena para frenar la movilización, es el caso de Cospedal, que por delirante, ridículo y ofensivo que resulte, recurre incluso al patriotismo para atacar a los trabajadores que defienden la huelga, a los que acusa de “querer poco a España“.

La crítica destructiva a los sindicatos no aporta nada ni lo pretende, sino todo lo contrario. Identificar, denunciar y refutar estas mentiras (sin renunciar a la crítica constructiva) contribuye a hacer más fuertes las organizaciones de trabajadores, hoy imprescindibles en la defensa de sus intereses, amenazados por decisiones políticas que responden a las exigencias de un empresariado a cuyas dificultades conviene ofrecer solución distinta a la de demoler el Estado del bienestar y socavar los derechos laborales de los empleados a su cargo.

El 29 de marzo, huelga general. Sobra explicar por qué.


Publicado el 27/03/2012 en http://demalenmejor.wordpress.com

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