Los mercados, a más comer más hambre tienen


31 de agosto de 2011


Un artículo de José Luis López Bulla. Un periódico de hoy (30 de agosto) afirma en un titular: "Los mercados ignoran la reforma para limitar el déficit público español". La pregunta podría ser: ¿por qué no tendrían que hacerlo? Esto es, si los mercados ignoran todos los mandamientos de las tablas de la ley, ¿a santo de qué iban, a estas alturas, a hacer lo contrario de lo que les ha dado tantos dividendos? Esperar lo contrario sería caer en el arrebato de la más beatífica de las simplicidades.
Un artículo de José Luis Lopez Bulla, en su blog Metiendo bulla.


Un periódico de hoy (30 de agosto) afirma en un titular: "Los mercados ignoran la reforma para limitar el déficit público español". La pregunta podría ser: ¿por qué no tendrían que hacerlo? Esto es, si los mercados ignoran todos los mandamientos de las tablas de la ley, ¿a santo de qué iban, a estas alturas, a hacer lo contrario de lo que les ha dado tantos dividendos? Esperar lo contrario sería caer en el arrebato de la más beatífica de las simplicidades.

Zapatero, a buen seguro, no ha leído la Divina Comedia. Y si lo ha hecho no ha sacado las debidas consecuencias. Ya en el canto primero el de Florencia habló de una bestia (según la mayoría de los comentaristas, la Curia Vaticana) que "después de comer más hambre aún tiene" [e dopo¿l pasto ha più fame che pria]: un imperativo que los mercados han traducido de manera orgánica. Como el hambre no se sacia, y para ellos todo es aperitivo, no se conforman con los suculentos festines a que son convidados. Exacto, a los mercados también parece referirse el Dante en el canto XVI: "nueva gente y rápidas ganancias" [La gente nuova e i sùbiti guadagni] que, tras las mutaciones económicas de aquellos tiempos florentinos, afloraron de manera desafiante. Que hay más ejemplos es cosa sabida. Pero, con estas indicaciones, es posible que avive la curiosidad de amigos, conocidos y saludados para leer la Divina Comedia: se recomienda leer un canto al día.

Los mercados han recibido otro aperitivo y, por ello, seguirán en estado de jambre (algo peor que el hambre). Es la tapa que les ha servido el Ministro de Trabajo, un aparente mosquita muerta, que -se admiten apuestas—tampoco ha leído al Dante: los contratos temporales permanentemente temporales. Lo que, además de un arcabuzazo, es todo un señor oxímoron. Algo que Rubalcaba ("amarrado el duro banco / de la galera turquesca" de la candidatura) no se ha referido. Lo que se afirma como recuerdo de aquel camarero del granadino Bar Sevilla que se sabía de memoria las Soledades gongorinas.

Absténgase, pues, de pedir que esos caballeros se vayan. Ya lo han hecho.


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